
Podríamos inventar una nueva palabra, o incluso un nuevo significado, y es que lo que tenga que ver con cepillar y en este blog, puede dar mucho que pensar y no precisamente de forma políticamente correcta. Y es que cepillarse puede malinterpretarse, aunque un buen cepillo no siempre tiene que estar en casa.
Follar, cepillar, hacerlo… sexo, en definitiva, a todos nos gusta, ¿pero hasta qué punto?. Podemos conocer a alguien, volvernos locos, disfrutar como nunca del sexo, incluso llegarnos a plantear algo más y dar un paso al frente. Pero cuando llevamos tiempo sin pareja, hay cosas que nos asustan, que dejen un cepillo de dientes, por ejemplo. Es una especie de contrato, sí, de los que no sabes por dónde pillar, porque no es lo mismo quedar y disfrutar, a que te salpiquen el espejo del baño. Si hay que salpicar, que sea sobre nuestra piel.

Podríamos decir que un cepillo, bien puede quitarte la libertad, aunque si se elige bien, es muy posible que la disfrutes aún más. Pero qué miedo nos da perder esa sensación con «esa persona», quizás desaparezca la magia, quizás deje de sorprendernos desnuda o desnudo en casa, o no nos vuelva a decir al oído que no lleva ropa interior mientras estamos en un restaurante. Miedo a perder ese morbo, esas ganas y cosquilleo entre nuestras piernas pidiendo guerra. Miedo a que el sexo se difumine con las rutinas, miedo al compromiso y a perder la esencia que nos hace libres.
Miedo a que en la cama nos deje de poner como perras o que deje de excitarnos cada vez que se levanta, porque tiene ese culo digno de agarrar y de mirar mientras pensamos en lo que le haremos a la vuelta. Creo que la solución está en probar si esa persona que nos cepillamos y nos cepilla es merecedora de dejar su cepillo hasta el próximo día que nos veamos desnudos, sin duda hay que catar una buena temporada y asegurarnos de que aunque pase la garantía nos va a seguir haciendo disfrutar dentro y fuera de la cama.
Una amiga me comentaba un día, que compró un pack de cepillos de dientes, por higiene, a veces hay un aquí te pillo y aquí te mato y la otra persona obviamente no suele llevar un cepillo de dientes a cuestas, y como tenía la racha de me he separado y la casa se me cae encima, ya le estaba saliendo caro tanto cepillo. Así que decidió no comprar más.
Ésto me hace pensar en qué se hace cuando simplemente es un polvo, porque quizás es bueno saber cuando uno se tiene que ir, aunque lo que me resulta violento y no sé si sería capaz, es cómo decir que se vaya, que no quieres despertar a su lado. Me decía un compañero de trabajo que si no había nada, él se despedía tras una noche loca de sexo porque no se quedaba a dormir nunca, y si había pasado en su casa ellas se iban. A mí, la verdad, me parece algo violento ese momento de «cierra la puerta por fuera, por favor» que ya me he corrido y quiero dormir.

Un cepillo es mucho más, es conseguirlo y hacer un gran trabajo de fondo, por dentro y por fuera. Ser capaz de tocar «la tecla», la que hace disfrutar, jadear, dejarse llevar y probar cosas nuevas, porque tienes esa confianza que no has conseguido con otras personas, la que da el tiempo. Porque si hacerlo por detrás siempre te ha dado cosa, ahora es un ¿por qué no?. Porque nadie tiene un cuerpo perfecto, y aquí nadie se libra de complejos y miedos a que vean los defectos que creemos que tenemos, ahí sí que nos sentimos desnudos y sin filtros.
Pero es como todo, hay que asegurarse bien, y para éso nada mejor que seguir ensayando, y lo más importante, que te follen la cabeza, que tengamos ese enganche sano que te haga pensar en todas las cosas que llaman sucias y que hacen disfrutar tanto, para ponerlas en práctica, e incluso alguna fantasía para compartir. Nada como una buena ración de sexo antes de ir a lavarse los dientes, que las bocas pueden hacer muchas cosas junto con sus amigas las lenguas. Ay, lo que nos hacen disfrutar si las saben utilizar bien, ahí si que no importa el tamaño y sí el equipo.
Así que si te convence que deje su cepillo, cierra la puerta y sigue siendo tú, diciendo lo que te gusta y lo que no, porque el sexo no debería ser cepillado por un cepillo de dientes. Sí, hemos pasado la barrera de los 40 y aún así, los contratos nos imponen aunque puedan maquillarse con pasta de clorofila. Y si no te convence, cambia de cepillo y pasta, que no te dejen mal sabor de boca.

Ya me contaréis si habéis tirado muchos cepillos de dientes o si en vuestra casa sólo entra el vuestro. Sea lo que sea, disfrutad con quien os apetezca y dejad los tabúes de lado, tenemos la edad perfecta para sentirnos culpables y no quedarnos con las ganas.
Os dejo el enlace donde podéis escuchar Buscando mi abridor en Radio a Bordo, quizás os den alguna idea a poner en práctica y provocar alguna que otra situación. https://radioabordoonline.wordpress.com/category/buscando-mi-abridor/
Como siempre, un placer, hoy más higiénico que nunca. Os espero el próximo miércoles subiendo la temperatura y sin contratos de por medio, sólo el de hacer disfrutar.
Por cierto, agradecer a cada uno de vosotros los mensajes que dejáis en las redes sociales, Facebook, Instagram… donde nos podéis seguir y además me hará mucha ilusión veros por ahí e intercambiar opiniones, vamos a ver cuántos valientes de cepillos de dientes hay.
G & G
Querida Gretta: en mi caso particular, el dilema de los cepillos no es por los dentales sino por los del pelo. Mi alopecia (por obligación en la cabeza y devoción en el resto) justifica que en mi casa no disponga de cepillo ni peine. Como todo lo bueno despeina, llega un momento en el que, quien va a salir de mi casa después de haberse despeinado, tiene que poner orden en su cabeza (me refiero ahora a poner orden capilar, claro está) y si bien es verdad, como usted dice, que nadie suele llevar encima un cepillo de dientes, tampoco uno para la melena. Tenemos pues, otra modalidad de contrato, un poco más restrictiva, pero comprometedora a fin de cuentas, que es el cepillo para el pelo. Y ahora, permítame plantear un desafío a quienes visitan este foro y a usted nisma: ¿qué otras modalidades de cepillo dan forma a compromisos más o menos evidentes? Gracias, una vez más, por caldear mis amaneceres con sus relatos.
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Donatien, despeinarse por un buen cepillado, suena muy pero que muy bien. Sobre las modalidades de cepillado, tendría que tener tiempo para otra entrada del blog. Gracias por tu comentario y bienvenido de nuevo.
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La última persona que osó «olvidarse» su cepillo en mi casa, sin previa invitación, perdió toda invitación a volver, y su cepillo pasó a formar parte de mi caja de herramientas, no recuerdo la marca, pero para limpiar algunas partes metálicas, va sorprendentemente bien!!
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Sr. Malo, indudablemente una osadía con doble intención pero con doble utilización. La verdad es que hay cepillos que limpian estupendamente ciertos rincones. Como siempre, un placer leerte.
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