¿LEAL O INFIEL?

Hoy me encantaría abrir un debate y sobre todo, quiero leer vuestra opinión, porque son dos conceptos que pueden tener varias interpretaciones, dependiendo de la persona y sus vivencias.

Vamos a ser sinceros, todos hemos conocido los cuernos, de forma muy cercana, de amigos, de amigos de nuestros amigos, o vivido en nuestras propias carnes, pero hasta qué punto somos capaces de aguantar o de mandar a la mierda, aunque sintamos por esa persona. Y sí, aquí tiene mucho que ver el sexo, el corazón y la dichosa cabeza, que por cierto, anda que no nos da guerra.

Pongámonos en situación. Conoces a alguien, hay química, te gusta su cuerpo, lo que transmite, su olor, su mirada y sabes que puedes caer. Pero como no quieres, simplemente te alejas. Aunque hay veces en las que no podemos evitar saber más de ella y empezar a conocerla, aunque tengamos el freno, los pies y todo lo que pueda hacer que estemos quietos, conectado.

Pero la mente centrifuga y los pies no son capaces de parar nada, porque algo se ha encendido dentro, pero no queremos sentirnos mal porque tenemos pareja, aunque las cosas como son, hace tiempo que no funciona como nos gustaría, y es que cuando la comodidad y no cuidar son uno, nada bueno sale de ahí. Nunca hay que acomodarse y dar las cosas por hechas, porque muchas vuelan.

Al principio, mi amiga comenzó a ir a ese bar por si le veía, ella sola, algo que nunca se había planteado, y pensando que era tonta, porque no era ni medio normal lo que estaba haciendo, pero era un yo qué sé, que fíjate tú, que le atraía. Evidentemente, no tuvo suerte y se sintió tonta no, lo siguiente.

Se dijo, no vuelvas a ir, es tontería. Pero esa misma semana volvió a probar suerte y no, no le vió, pero se encontró con un viejo amigo, de una edad de haber vivido y mucho y en una de sus conversaciones salió el tema de la infidelidad. Siempre le había gustado escuchar a Luis, tenía tanto recorrido y tanta vida, que todo era normal, y éso le encantaba. La verdad es que me sorprendió cuando me lo contó y sobre todo cuando él le preguntó qué opinaba sobre la lealtad y la fidelidad, y al ver su cara, sonrió y empezó a contarle una historia, y lo mejor, real.

Siempre se había sentido un hombre libre, casado o soltero, porque la libertad es que lo que nos hace volar y ser nosotros mismos. Se había casado, era padre, era feliz y quería mucho a su mujer, pero un día se cruzó Helena en su camino y no pudo girar la cabeza, tenía algo que le invitaba a conocerla, y así hizo. Comenzaron intercambiando un saludo, luego un café para dar paso a largos paseos. Paseos que terminaron siendo especiales y donde intercambiaban miradas, de ésas que calan. Y estaba casado… pero le hacía sentir bien. Tras esas confidencias, llegaba a su casa y estaba con su mujer, a la que adoraba.

Con la que hacía el amor casi todos los días, pero no conseguía quitarse de la cabeza a Helena, era todo lo contrario a María. Pero ésta última era su vida, no quería fallarla, estaba enamorado hasta las trancas y le era leal. Siempre estaría para ella (ésa era su frase). Supongo que cuando alguien entra en tu vida y te descoloca, es porque algo falla, pero él insistía que no, que él era feliz con su mujer y que Helena le abría otro mundo que quería conocer y se dejó llevar. Las conversaciones cada vez eran más largas y llegaba más tarde a casa. Se acostó con Helena y supo que quería más. Con el paso del tiempo, tuvo que tomar la decisión de elegir, porque no quería ser desleal. No sé si a él o a su mujer, aunque a mi parecer, ya lo había sido. Se sentó una mañana con María y le dijo que había conocido a alguien y que él siempre estaría con ella y sus hijos. Tuvo que pasar el tiempo para que María y sus hijos olvidaran ese daño. Pero Luis no paraba de repetir que era leal… e hizo lo que tenía que hacer, seguir conociendo a Helena, con quien estuvo varios años y fue muy feliz.

Sus palabras fueron un jarro de agua fría para mi amiga, porque en realidad había ido allí a buscar a un desconocido que había despertado en ella cierta curiosidad, e incluso ganas de sexo, de liarse la manta a la cabeza y dejar que su yo más íntimo saliera a la superficie, quizás porque su vida se había convertido en «siempre lo mismo». Así que decidió ir a casa y esperar a su pareja de forma especial a ver si éso que habían tenido hace tiempo, despertaba. Desempolvó su corsé, las medias de red para ciertas ocasiones e incluso encontró esos zapatos de tacón que tanto le ponían. Qué larga se le tuvo que hacer la espera…

Escuchó el ascensor y por la hora sabía que era él, el giro de la llave, sus pasos, y siguió la luz hasta llegar a la habitación, donde le estaba esperando, nerviosa, porque no sabía qué iba a pasar, sólo había dos opciones.

La miró al trasluz, y no vio ese deseo que tanto esperaba, sólo dijo «¿y ésto?, y ella… bueno, habrá que salir de la rutina. Se hizo el silencio y le dijo que estaba preciosa pero que estaba agotado, aunque este fin de semana se lo recompensaría, dijo. No os podéis imaginar cómo retumbaron sus palabras en todo su cuerpo, sólo fue capaz de decir, claro, sin problema.

Pero sí había un problema, su cabeza volvió al bar donde estuvo esperando a ese desconocido y su cuerpo quería volver, porque quizás esta vez sí aparecería. Y así lo hizo al día siguiente, pero de otro talante, sin cargo de conciencia, quizás leal a ella, a sentirse guapa, a que la hicieran sentirse especial y a dejarse llevar, porque no se merecía esas palabras que aún seguían haciendo los coros.

Y cuando pidió el segundo vino antes de irse, apareció y se puso nerviosa como una adolescente, porque una cosa es la realidad y otra las películas que nos montamos, pero se sentó cerca y pudo escuchar su voz.

Cuando me lo contó, supe que algo había pasado, la noté más fría y decepcionada de la relación que tenía en casa. Quería hablar, incluso al detalle, cuando ella era más bien reservada con su vida privada, y es que cuando dejamos de sentirnos especiales para alguien hay una tecla que aparece y resetea por momentos a quien ha herido con sus palabras o gestos. Y éso es lo que pasó. Comenzaron a hablar, a tontear, ella no mencionó en ningún momento su relación, y él si la tenía, hizo lo mismo.

Tras el tonteo, las miradas, el roce, los gestos y las ganas de dar un paso más, sabiendo que doña Locura estaba merodeando, sí, se fueron a un pequeño hotel no muy lejos de allí. Era tempano aún pero las ganas les podían, se besaron en el ascensor sabiendo y deseando lo que iba a pasar. Según se acercaban a la habitación comenzaron a deshacerse de la ropa, como si les quemara, y una vez dentro se dejaron llevar, dejando de ser dos desconocidos, como si hubieran hecho más veces esta locura. Ella no se sentía culpable, al contrario, se sentía deseada de nuevo, con ganas de todo y de que ese momento no acabara nunca. Y es que despeinarse sienta muy bien, como le había dicho siempre.

Tras recorrer sus cuerpos, con la mirada, caricias y besos, muchos de ellos muy húmedos, se fundieron en uno varias veces, sonriendo al placer, sin vergüenza ni pudor, quizás buscaban lo mismo o simplemente se habían encontrado para darse del todo, sintiéndose desnudos, sin miedos y quizás con algún que otro secreto, que ninguno quiso saber, quizás por éso fue mágico y tan especial. Cuando miraron el reloj, supieron que se tenían que ir, cada uno tenía su vida, estaba claro.

Ana se despidió de él con un beso y él la abrazó, con ganas. Según me lo contaba yo no podía dejar de pensar en la situación tan complicada que ella tenía tras haber hecho lo de aquella tarde. Supongo que ahora era el momento de tomar decisiones, pero seguía sin sentir ningún tipo de culpa, incluso se sentía feliz por haber hecho aquello teniendo pareja, aunque ya estaba rota.

Nunca más mencionó aquella tarde, pero sí terminó dejando aquella relación porque ya no era lo que quería. Ahora está viendo a alguien, con quien queda siempre en el mismo sitio a tomar un vino, lo cual me hace pensar que quizás ser leal a sí mismo es más importante que la infidelidad que ve la sociedad. Tomar decisiones es lo que tiene.

La verdad es que tras escucharla, quizás hubiera hecho lo mismo, si no te cuidan… ¿Y vosotros?.

Como siempre un placer saber que seguís este blog, incluso en las redes sociales y leeros. A mí ya sabéis que podéis escucharme en Radio a Bordo https://radioabordoonline.wordpress.com/  donde Charly y yo intercambiamos opiniones y muchas coinciden, quizás los hombres y mujeres no seamos tan diferentes. Hasta el próximo miércoles y pensad qué haríais si vuestra relación se enfría o ya no se siente lo mismo, ¿os treveríais a dar el paso de dejarlo o hasta el fin del mundo?. Sed felices, cuidad y que os cuiden, que no hay nada fijo en esta vida y hay que disfrutarla.

El próximo miércoles más. Disfrutad de estos días como podáis y no os olvidéis del sexo, que da mucha vida.

G & G

Publicado por Gretta y su Garbo

A partir de los 40, la vida cambia, ¡me río yo de la adolescencia!. Pero la experiencia es un grado, y lo que queremos es complicarnos poco (o al menos lo intentamos), un divorcio y probar algo nuevo, van de la mano. Tener o no tener pareja, no evita que la imaginación vuele y a veces nos dejemos llevar...

4 comentarios sobre “¿LEAL O INFIEL?

  1. Si todo funciona nadie busca nada fuera… ¿y cómo sabes que está funcionando?.
    Hablo por mi, siempre pensé que todo funcionaba, pero no era así. Todo empezó con mi pareja por falta de sexo, quizás por falta de comunicación…, pero lo cierto es que cuando una nueva compañera de trabajo se cruzó en mi vida… sus miradas, sus risas,su forma de hablar, de hablarnos, sus curvas (porque queramos o no, es lo primero en lo que nos fijamos) me hizo, día a día, irme enamorando de ella hasta que surgió.
    La comida de Navidad de la empresa fue el momento (quizás para muchos lo ha sido), pasear de la mano, dos besos… y de ahí a ser una pareja estable…
    Y lo cierto es que la llegué a amar con toda mi alma, como a mi pareja. Y por miedo a no se qué (la rutina, mi hija, el qué dirán…) no di el paso que, posiblemente tenía que haber dado. Ya lo dio ella y lo dejamos.
    Aún recuerdo sus miradas, sus besos, esa forma tan especial y salvaje de hacer el amor como nunca lo hice con otra… ¡La sigo echando de menos!.
    Continuo con mi pareja, queriéndola, aunque ha habido alguna otra por medio, de forma esporádica, sin continuidad, y siempre compañeras de trabajo…. Aún mantengo relación con una ellas, aunque solo como amigos. Nos seguimos viendo y quien sabe si… Lo cierto es que me sigue atrayendo…

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    1. La verdad es que el miedo es libre pero a veces perdemos grandes oportunidades de saber qué pasará. Es cierto que si todo va bien, en general, no haces otras cosas o te planteas ciertos cambios. Pero hay que estar en el lugar de cada uno, y no siempre estamos preparados para apostar por nosotros, yo soy de dar pasos porque quiero saber qué pasará. La vida da muchas vueltas McGiver, quizás algún día vuelvas a tener una oportunidad. Muchas gracias por leerme, te espero el próximo miércoles.

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