
Hombres, mujeres, sexo, tabúes, olores que nos recuerdan al pasado, otros que llegan con aire fresco y nos renuevan hasta el alma para pasar página de un sólo chasquido, y es que ni todos somos tan importantes ni nadie es imprescincible.
Podríamos decir que la vida es una perfumería, donde cada frasco tiene asignado un olor para cada tipo de persona.
Hay personas a las que se las huele a la legua, son sutiles, se acercan discretamente, te envuelven con un olor cálido donde te hacen sentir muy cómodo o cómoda, te abres, te da confianza, incluso crees lo que te está contando, pero en realidad te envuelve para conseguir lo que quiere, y para ello nada mejor que hacerte sentir especial y desaparecer con sutileza. Lo mejor es que ellos no saben que muchas de las veces lo sabemos, pero también nos apetece lo mismo y quedan en el olvido.
Luego están los que huelen a hogar pero que no te los tomarías, en mi caso, como el café. Sí, son calientes, parecen hogareños, familiares, su vida es perfecta e incluso equilibrada, (algo que no abunda mucho) y al final te dejan un mal sabor de boca, porque las mentiras les delatan como la espuma de un buen café. Son de los que entran hasta la cocina y piden la sal fuera. Hay más de los que pensamos, os lo aseguro.
Hay uno que a mi me gusta especialmente, son de los que no abundan, tienen un olor fresco e incluso cítrico por su humor, y según la piel que roce, huele de una forma u otra porque es equilibrado y sabe que cada persona es diferente y no se quedan con cualquiera. Su olor es de los que acarician la piel, de ésos que te hacen cerrar los ojos y soñar, pero con los pies en la tierra para disfrutar de lo carnal. No abundan y no aparentan, no mienten y hablan con la mirada, son discretos fuera y muy sexuales de puertas para adentro. Y es que pocos saben oler y mantener un perfume así.

También los hay sin cuerpo, muy intensos al principio con olor fugaz, no sé si llamarles precoces o adolescentes, simplemente les falta tiempo, por no decir un hervor para saber en qué grupo están. Son esos frascos torpes, que aprietas y van por libre.
Y por supuesto los de imitación, son un quiero y no puedo. Les gustaría ser ese perfume cítrico y quedarse, porque lo quieren todo y te venden una película para hacerte creer que es auténtico, de verdad, de lo que no abunda. Y como no podía ser de otra manera, todo son mentiras, como ellos. Al principio, pruebas a ver qué tal, pero terminan en el olvido porque les falta cuerpo y nunca te han terminado de convencer. Esos frascos terminan en la basura, porque además, carecen de calidad incluso en el envoltorio, ay pobres ignorantes, creerse cuando nunca lo han sido.
Y es que los olores despiertan sensaciones, recuerdos olvidados o muy recientes porque impregnan nuestras prendas o piel, ésa que nos indica el perfume que se acerca y que se eriza cuando es especial, ésa que se humedece cuando siente el placer o se tersa con olores más intensos y llenos de sexo.
Piel con piel, siempre. El perfume lo eliges tú, todos sabemos cuál es el que mejor nos sienta. Olores intensos y suaves pero con cuerpo, de los que acarician nuestra piel, de los inolvidables, de los que dejan olor en nuestras sábanas y repiten, porque hay química, porque hay buen sexo y complicidad, miradas pícaras que se buscan, bocas que se comen, sexo que se besa. Qué haríamos sin perfumes que nos enseñan hasta saber por cuál decidirnos.

Cerremos los ojos y disfrutemos, porque ese olor siempre se guardará en nuestros recuerdos, quizás para quedarse o para creer que lo hemos olvidado hasta que pase alguien y … lo despierte de nuevo.
Sin duda son importantes y nos definen, no sé con qué olor te defines tú y por qué, pero me encantaría saberlo, o quizás te resulte más fácil mencionar aquel perfume que te dejó huella o que quizás aún siga entre tus sábanas o aquel que dejaste escapar.
Será un placer, como siempre leeros y conocer más de vosotros, a ver con qué perfume me sorprendéis.
Os dejo el enlace de Radio a Bordo donde podéis escucharme en conversaciones muy divertidas y reales con alguien del sexo contrario, y sí, no somos tan diferentes. https://radioabordoonline.wordpress.com/category/buscando-mi-abridor/
Y por supuesto, cada miércoles aquí, con algo nuevo que contar y con lo que muchas veces os sentís identificados. Hasta la próxima semana.
G & G
Efectivamente, podríamos decir que la vida es una perfumería, donde cada frasco tiene asignado un olor para cada tipo de persona. Pero, ¿qué es olor?…
Quitando los aromas básicos, el resto son recuerdos, asociaciones a hechos concretos, a nuestras vivencias. Por eso, me atrevería a decir que el olor lo ponemos nosotros.
Si comparamos con un vino joven, encontramos aromas muy distintos según la variedad de uva: manzana, cítricos, florales, frutales…..; pero a medida que el vino «crece», que se transforma con la edad y con sus interacciones, la barrica, aparecen unos aromas nuevos, que transforman a los primeros, y que se traducen en recuerdos: a vainilla (por la madera joven que le aporta la barrica), incluso a torrefactos, y con más madera y más tiempo, aparecen aromas de reducción, «sucios» al principio, que se van abriendo a medida que se oxigenan… dando el vino lo mejor que tenía atrapado en su interior.
Así somos nosotros, evolucionamos con el tiempo, como en el vino, diversidad de aromas fruto de nuestra variedad (lo que somos) y el paso del tiempo (lo que hemos vivido y como lo hemos vivido).
De vez en cuando, es necesario beber, agitar la copa, oler, cerrar los ojos y recordar lo que hemos bebido, perdón, quise decir vivido…
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Efectivamente, el olor lo ponemos nosotros en base a nuestras vivencias. Y lo mejor de todo es evolucionar con lo aprendido, vivido y bebido. Para que algo se repita o no, dependiendo de lo que nos guste … Gracias por tus palabras y seguir este blog. Hasta el miércoles.
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