
Si hay un compañero de baile que seduzca y provoque, sin duda es el vino. Comenzando por el arte de sujetar la copa, la forma de mirar a la persona que te gusta mientras mojas tus labios en ese zumo de uvas, o lo que pasa por nuestra cabeza mientras su olor nos inunda.
Podemos decir que es como una conquista, primero nos sirven un poco para que lo probemos, al igual que esas primeras miradas a ver qué pasa, si nos miran, si notamos esa química que hace que nos acerquemos para conocer en la distancia corta a esa persona. Seguidamente, nos acercamos la copa a la nariz para saber si lo que hemos visto, nos gusta aún más por su olor, el cual juega un papel muy importante al conocer a alguien, puede acercarnos más o hacer que nos alejemos sutilmente para decidir no tomar más. Luego se debe dejar un rato oxigenándose, como si de una pequeña conversación se tratara para saber si queremos que esa persona se acerque más a nosotros o no, y si es así quizás dejemos que nos bese, como el vino para dejarse saborear.
Y es que todo, absolutamente todo, con calma se saborea más. Podemos ser más intensos, más suaves, más afrutados o gran reserva, todo depende del momento y en el punto que nos encontremos. A veces está bien ser como el vino joven y dejarse llevar, otras en cambio nos apetece un sabor más a domingo, sin sabores fuertes pero si serenos.
Hay vinos que dicen que son para las mujeres, por ser afrutados, pero es cierto que a la gran mayoría de los hombres les gustan, porque en el fondo todos tenemos ese lado masculino y femenino, y a veces se hacen notar. Otras somos intensos, como si de un día duro se tratara pero en el que nos sentimos orgullosos porque todo ha salido bien y ha merecido la pena.
Y es que besar sabe tan bien, notar esa humedad en los labios, saber que no es algo efímero y que quizás al día siguiente te despierten tras haber sido cómplices del día anterior, o de esas manos que te entregaron la copa que cogiste delicadamente y con la que jugueteaste en algún momento pensando lo que te apetecía disfrutar con la persona que te miraba, mientras bebía de la suya.

Ay Baco, la que has liado, siempre pendiente del disfrute con este zumo de uvas que ya apuntaba maneras desde aquella parra cubriendo las vergüenzas de Adan y Eva. Creo que la manzana poco tuvo que ver, aunque si era dulce quién sabe.
Y es que estar desnudos mientras se disfruta ese vino y la piel se deja ver para ser acariciada y catada, hace que la seducción y los escalofríos recorran nuestros cuerpos para ser «agarrados» como si de una copa de vino se tratara. Primero con miedo y después con seguridad y juegos, ésos con los que fantaseamos al mirar a alguien, copa en mano o no. Ésos que nos hacen sentir vivos mientras Baco se apodera de nosotros y afloran las fantasías más tímidas.
No sé si eres de blanco o de tinto, si eres de cama o donde se tercie, si eres del tiempo o prefieres subir la temperatura, aunque a veces tengas que bajarla con algo más fresco. Lo que está claro es que cada uno decide la temperatura en la que disfruta y hace disfrutar.
De ti depende que el baile siga y la seducción haga su juego, quizás el vino tenga su propio lenguaje al igual que los abanicos, por la forma de coger la copa, acariciarla y jugar con ella o de cómo bebemos y miramos mientras humedecemos los labios dentro de ella y fuera. Lo que está claro es que con un buen vino y una mejor compañía las miradas son diferentes.

Quizás sea la razón por la que una botella de vino siempre es especial, porque tras quitar el corcho nunca se sabe lo que puede pasar.
Espero que disfrutéis de cada olor, del cuerpo, la textura, su movimiento y provocación, porque ahora no estaba hablando de vino, sino de quien sea capaz de despertar esas fantasías, morbo y ganas a cualquier hora. Con quien brindes desnudo y seas cómplice de la humedad de sus labios. Sólo queda elegir la temperatura.
Como siempre un placer escribir y leeros, con el añadido de que esta semana pude conocer en persona al ganador del sorteo, y entregarle su regalo, del cual hay fotos en Instagram y Facebook, y sí, parte del mismo era un Satisfyer, en este caso masculino. Cómo me gusta que los hombres descubran que hay más juegos para ellos de los que se imaginan.
Como siempre, sabéis que podéis escucharme en @Radioabordo donde las risas están aseguradas, porque al final, hombres y mujeres no somos tan diferentes y descubrimos mucho juntos, como Charly y yo.
Hasta el próximo miércoles.
G & G